Pese a que la esclavitud fue prohibida por la Declaración de
Derechos Humanos de la ONU (1948) y legalmente abolida en todo el mundo -Arabia
Saudí (en 1963) y Mauritania (1980) fueron los últimos países en hacerlo-, su
práctica sigue vigente. Actualmente afecta sobre todo a niños y mujeres,
atrapados en redes de prostitución o condenados a servidumbre por deudas de sus
parientes o a duros trabajos en minas, como ocurre en India, Pakistán, Brasil,
Sudán o Tailandia.
Estos países encabezan el ejército mundial de esclavos, que
según Naciones Unidas incluye a 250 millones de seres humanos.
La esclavitud es una práctica abolida en todos los países
del mundo, al menos en la teoría, porque en la práctica ha adoptado nuevas
formas, principalmente trabajos forzados, explotación sexual o tráfico de
personas, de las que son víctimas en todo el mundo millones de personas.
La Convención sobre Trabajo Forzoso de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) define esta práctica como el trabajo o servicio
forzoso u obligatorio que se extrae de cualquier persona bajo la amenaza de un
castigo y para el cual la persona no se ha ofrecido de forma voluntaria.
En el mundo hay unos 21 millones de víctimas de trabajos
forzosos, de las cuales 11,4 millones son mujeres y niñas y 9,5 millones son
hombres y niños, según datos de la OIT. Otros organismos ofrecen unas cifras
aún más elevadas. Así, la ONG estadounidense End Slavery Now habla de entre
20,9 y 29,8 millones de personas afectadas por algún tipo de trabajo forzado y
por la explotación sexual, mientras que el Índice Global de Esclavitud que
elabora la Walk Free Foundation habla de 35,8 millones de personas.
Del total recogido por la OIT, casi 19 millones son víctimas
de explotación por parte de personas particulares o empresas. Dentro de este
grupo se engloba la servidumbre doméstica que en algunos casos llega a
convertirse en una forma de esclavitud ya que el trabajador no puede abandonar
la casa en la que trabaja y es sometido en ocasiones incluso a abusos físicos,
así como los trabajadores explotados en fábricas o en la extracción de
minerales, por ejemplo.
Los dos millones
restantes son explotados por los estados o por grupos rebeldes. Entre las
formas empleadas en este apartado figuran los trabajos realizados por reclusos
y aquellos impuestos tanto por las fuerzas armadas regulares como por los
grupos rebeldes. En este apartado, según End Slavery Now, también habría que
incluir a los niños soldados.
De los explotados por
particulares o empresas, 4,5 millones son víctimas de explotación sexual
forzosa, de los cuales unos dos millones serían menores de edad. De este total,
el 98 por ciento se estima que son mujeres y niñas.
Los trabajos forzosos
generan beneficios ilegales por valor de 150.000 millones de dólares al año. De
este total, 99.000 millones provienen de la explotación sexual; 34.000 millones
de la construcción, la industria, la minería y los servicios; 9.000 millones de
la agricultura y la pesca; y 8.000 millones ahorrados por los hogares privados
que o no pagan o pagan menos de lo debido a los trabajadores domésticos
sometidos al trabajo forzoso.
Los esclavistas actuales, es decir, los que someten a otras
personas a trabajos forzosos, suelen ganar de media 4.000 dólares por cada
persona explotada, según las estimaciones de la campaña Not for Sale.
La explotación sexual genera unos 21.800 dólares de media
para los traficantes por cada víctima. Estas, por su parte, suelen ser víctimas
de todo tipo de amenazas para obligarlas a seguir trabajando y en muchos casos
también sufren abusos físicos. Algunas además, se ven encadenadas a esta
situación por la deuda contraída para poder escapar de sus países con la promesa
de un futuro mejor en otros.
En el caso de la explotación de menores, el negocio es mucho
más lucrativo para aquellos que lo practican, ya que generaría unos ingresos de
unos 30.000 dólares por víctima.
Los diez países con un mayor número de personas víctimas de
la esclavitud moderna, según el Índice Global de Esclavitud, son: India, China,
Pakistán, Uzbekistán, Rusia, Nigeria, República Democrática del Congo (RDC),
Indonesia, Bangladesh y Tailandia. En total, representan el 71 por ciento de los
35,8 millones de víctimas estimadas a nivel mundial.
Los diez países con una mayor prevalencia de esclavitud
moderna en función de su población, según el citado índice publicado en 2014,
son: Mauritania, Uzbekistán, Haití, Qatar, India, Pakistán, República
Democrática del Congo (RDC), Sudán, Siria y República Centroafricana.
Imagen tomada de Internet |
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